El regalo de vivir para siempre.

<< Nuestro Salvador Jesucristo... quitó la muerte y sacó a la luz la ida y la inmortalidad por el evangelio. >> - 2 Timoteo 1.10.

El año pasado conocí a un chico el cuál sabía -y sigue sabiendo- que soy creyente y, por lo tanto, seguidora de Cristo. Manteniendo una conversación sobr mi fe dimos a parar con una pregunta que enseguida hizo que su cara se convirtiera en puro espanto: ¿Te has parado a pensar en lo que hay después de la muerte?

Era impresionante cómo este chico tenía un temor horrible a lo 'oculto' o a lo que hay 'detrás de la muerte'. Recuerdo que le pregunté el por qué de su miedo y me dijo ni siquiera quería pensarlo porque no sabía lo que había, pronto me preguntó cómo era que yo no podía tener ese miedo y le dije que era porque yo sí sabía lo había... fue mi seguridad lo que le llevó a no hacerme mas preguntas pero a pesar de que hubo veces en las que le hablé de mi fe no quiso saber nada de Dios y hoy por hoy su miedo continúa.

Me parece curioso que cada vez haya mas y mas personas como él que temen a lo que hay

después...pero me parece mas curioso las personas que solo creen que lo que tenemos en esta vida es lo que hay y que no hay nada mas allá de esto... ¿no es triste? Las guerras, la corrupción, los corazones rotos, las injusticias, el dolor, la tristeza y demás...¿es todo lo que hay?

Hay una gran cantidad de personas que piensan que la muerte es el final de todo, lo que no saben es que es el comienzo. 2 Timoteo 1.10 dice que Jesucristo eliminó la muerte y nos dio vida, nos regaló una eternidad, una eternidad para vivir DE VERDAD. ¿Y cómo es vivir de verdad? Vivir de verdad es vivir sin pen, ni lágrimas, sin dolor ni sufrimiento, sin injusticias ni soledad... una eternidad sin miedo a nada.

El anuncio de que Jesús realmente resucitó y vive ilumina las zonas mas sombrías y temibles del mas allá. La 'nada' no es el final de la existencia humana.

Al crecer, en Jesús descubrimos que el fin de todo no es la muerte y el juicio, sino una eternidad feliz en la presencia de Dios.